¿Tenemos algo que celebrar?
Una vez más miro pasar por vigésima cuarta vez otro año, es curioso que por estas épocas todos damos on a nuestras mejores vibras: perdonamos, reímos, abrazamos, besamos con más intensidad y en la mayor parte de los casos con mayor hipocresía en fin se acaban 366 días llenos de lágrimas, alegrías, depresiones, pasiones, odios, caídas, disculpas, heridas y todos esos sentimientos que (parafraseando a Adoum) nos vuelven tan modestamente humanos.
Ayer escuché a una gran persona decir que no tenemos porque celebrar el fin de año, decía: ¿qué celebramos? Celebremos cuando haya más educación, cuando dejen de haber niños muriéndose de hambre, cuando haya igualdad, al principio y en la superficialidad del momento le dije ciertito es. Lo estoy pensando y repensando me olvidé de la subjetividad del maravilloso ser humano; nuestras depresiones, nuestras alegrías, nuestras ganas de luchar por un mundo mejor, las veces que nos caímos y nos levantamos. ¿Tenemos que festejar? Claro que sí o ¿acaso es poco vivir, respirar, ¡luchar!? Festejemos todas esas oportunidades que vienen para hacer de este un mundo más justo, recordando con suma alegría a lxs que murieron por la vida y que nos dejan ese legado de subversión, de inconformidad con el puto sistema establecido, festejemos nuestro compromiso, consecuencia y consistencia con lo que creemos, festejemos el despertar de conciencias dormidas, festejemos los nuevos rugidos de león, sigamos gritando alto y fuerte recordando que una solo palabra puede derivar murallas y comencemos como dice el querido Alí Primera “con el martillo dando compañerx y no dejarse dar”
Recordando a Sábato: “Estaremos perdidos si no revertimos, con energía, con amor, esta tendencia que nos constituye en adoradores de la televisión, los chicos idiotizados que ya no juegan en los parques. Si hay Dios, que no lo permita. Vuelven a mi memoria imágenes de hombres y mujeres luchando en la adversidad, como aquella indiecita embarazada, casi una niña, que me arrancó lágrimas de emoción en el Chaco porque en medio de la miseria y las privaciones, su alma agradecía la vida que llevaba en ella. Qué admirable es a pesar de todo el ser humano, esa cosa tan pequeña y transitoria, tan reiteradamente aplastada por terremotos y guerras, tan cruelmente puesta a prueba por los incendios y naufragios y pestes y muertes de hijos y padres. Sí, tengo una esperanza demencial, ligada, paradójicamente, a nuestra actual pobreza existencial, y al deseo, que descubro en muchas miradas, de que algo grande pueda consagrarnos a cuidar afanosamente la tierra en la que vivimos”
Así que a toditos, sin excepción les digo que no nos quedemos inmóviles, que salgamos a descubrir la belleza del mundo y transformarlo cuando se vuelve gris, les quiero y gracias por hacer de una u otra forma un 2012 intenso, asomarán!